16 de noviembre de 2010

Y si querés bailar, bailá.

Por: Emmanuel Patrone

Ya perdí la cuenta de cuántas reseñas sobre Belle and Sebastian comienzan con la referencia de aquella conocida escena de Alta Fidelidad. Pero prometo que no la mencionaré en vano. Para los desafortunados que no hayan visto el film (disponible en su videoclub amigo, si es que siguen alquilando películas), la escena a la que aludo es una en la que Barry (interpretado por Jack Black), uno de los empleados de la disquería del personaje principal, caracteriza a Belle and Sebastian como “sad bastard music”, luego de escuchar el arrullo del cantante y líder del grupo, Stuart Murdoch, en Seymour Stein.

A los escoceses los persigue ese estigma: una banda para indies sensibles de alcurnia palermitana, fans de Liniers, melómanos, para chicos con anteojos de marco grueso y chicas con cortes de pelo a la Amélie Poulain. Esa misma banda que, minutos pasadas las 21 horas, era vitoreada por un Luna Park colmado y expectante de ver a una de las últimas leyendas del pop independiente.

Comenzaron a sonar las primeras notas de I Didn’t See It Coming, el estupendo tema inicial del último álbum de la banda Belle and Sebastian Write About Love, y Murdoch, todo de negro y con un sombrero de copa, acompañaba a su socia Sarah Martin en la voz. “Si quieren bailar, bailen”, invitó Stuart a un público que, tímidamente, iba entrando en calor. Esa invitación probó ser un indicio de lo que sería el show en general. Apenas Fox in the Snow, Lord Anthony y el lado B (I Believe In) Travelling Light hicieron que la audiencia permanezca sentada. El resto del espectáculo pasó por canciones más movidas, como Step Into My Office, Baby, Sukie in the Graveyard y Dirty Dream Number Two, entre otras.

Hubo mucho aire de celebración y comunión el pasado lunes en el Luna Park. No sólo por las canciones que conformaron el set, que fue –con reservas- bastante generoso (curiosamente, no tocaron nada de Tigermilk, su aclamado disco debut) y en el que la banda sonó bastante bien, teniendo en cuenta las limitaciones acústicas del estadio. El pilar del recital pasó, sin embargo, por la interacción constante con el público. Primero fue el turno del guitarrista Stevie Jackson, quien animó a las miles de personas presentes a acompañarlo en los coros uh-uh-uh-uuuuh de la ultrachiclosa I’m Not Living in the Real World. En el resto del concierto fue Murdoch, ese tipo simpático y escuálido de cabello rubio, el que tomó las riendas del espectáculo, dejándose delinear los ojos e invitando a gente –sobre todo chicas– a subir al escenario a bailar. Hasta tuvo tiempo de visitar la cabecera sin numerar izquierda en If You Find Yourself Caught in Love, para el delirio de los asistentes.

Ya en los minutos finales -aquellos correspondientes al bis-, mientras sonaba la smithera Get Me Away from Here, I’m Dying (incluída en If You’re Feeling Sinister, posiblemente el mejor disco de los escoceses), era cuestión de darse vuelta y sorprenderse con las cientos de caras sonrientes que lo rodeaban a uno. Y Jack Black se atrevía a decir que esto era “sad bastard music”. Ja.


Fotos: Facundo Gaisler para Indiehearts

No hay comentarios.: